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Ellos eran los raqueros, tribus que asesinaban a los náufragos a pedradas para hacerse con sus pertenencias

Hace 3000 años antes de Cristo, los raqueros llegaban incluso a provocar los naufragios para hacerse con las pertenencias de los marineros.

En España, los raqueros fueron muy comunes en el Estrecho de Gibraltar y las costas de Galicia.

Una semana más, Fernando García Echegoyen ha traído hasta "Cuarto milenio" los misterios del mar. En esta semana, nuestro experto marino y analista de naufragios nos ha adentrado en la historia de los raqueros, los conocidos como ladrones de cadáveres en el mar, los saqueadores de barcos.

Echegoyen nos ha explicado que ya hace siglos, cuando comenzaban a florecer las primeras rutas marítimas comerciales, se creó la figura del raquero, esta especie de piratas que provocaban el naufragio de los barcos en alta mar para posteriormente saquear la nave y los cadáveres de los accidentados:

"Imaginemos un barco que naufraga en cualquier playa del norte de Europa, de Bretaña, de Galicia o de Andalucía (...) Los náufragos llegan a tierra y de repente aparecen unos seres, una especie de tribu guiada por un chamán, que los asesinan con palos y piedras y les roban todo lo que tienen (...) Ya no la mercancía del barco, también las túnicas que los marineros llevaban y todo aquello que llevaran encima (...) Para estas tribus, las personas que venían del mar eran seres malditos enviados por los dioses a los que había que matar, hablamos de los fenicios, de tribus que existieron 3000 años antes de Cristo".

Raqueros en España

Con el paso del tiempo, los raqueros se dieron cuenta del valor de lo que transportaban aquellos seres en los barcos y empezaron a provocar los naufragios para hacerse con los botines. Ante el gran número de saqueos, se creó el derecho de naufragio mediante el cual lo que contenían esos barcos accidentados pertenecían a los señores feudales de la zona, salvo que hubiese algún superviviente en el barco, en cuyo caso tendría derecho a las posesiones. Protegía además, o al menos lo intentaba, a las víctimas del naufragio, a las que no se podía matar para hacerse con sus posesiones. Estas leyes no hicieron más que endurecer los actos de los raqueros, seres que se fueron convirtiendo en auténticos diablos del mar.